AMAGOIA ARRIETA, PRECISIÓN Y NERVIOS DE ACERO EN LA BOCCIA

Jesús Ortiz

Estuvo muy cerca de embarcar en el avión que llevó al equipo español a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, aunque a última hora le retiraron la plaza por invitación, le quitaron el caramelo de la boca, se le escapaba su gran anhelo. Aquel disgusto le hizo vivir momentos de zozobra en el deporte que mejor se le da, pero Amagoia Arrieta no claudicó. Puso su foco y corazón en París 2024, cita en la que cumplirá el sueño que lleva persiguiendo con labor ímproba desde hace más de 25 años domando las bolas de cuero azules y rojas. Con precisión y nervios de acero, la campeona de Europa de boccia apunta a las medallas en BC1 (lanzan con manos o pies y precisan asistente).

Estar en los Juegos es un premio a su disciplina, constancia y trabajo, valores que lleva cultivando desde niña. Nacida en Ermua (Vizcaya), un problema durante el parto le provocó parálisis cerebral y tetraparesia. Desde los dos años lleva realizando continuos viajes a la clínica Bobath de Londres, centro referente en técnicas de rehabilitación para recuperar movilidad y conseguir la mayor independencia posible. “Es una circunstancia con la que he vivido en todo momento y que, con el amor de mis padres y de mi hermana Leire, lo asumí sin mayor problema. La única diferencia que aprecio con mis amigos y allegados es que camino sentada”, recalca.

En uno de sus habituales paseos por la playa de Hendaya durante su infancia, a Amagoia le llamó la atención un grupo de hombres que en la fina arena de la costa vasco-francesa tiraban esferas de acero para dejarlas lo más cercanas a un boliche. “Aquello me gustó y mis padres nos compraron un juego de petanca. Y en 1997, sin saber lo que era la boccia, mi instinto me dijo que tenía que asistir como espectadora al Campeonato de Europa que se celebraba en Vitoria. Y me llevé una sorpresa cuando vi que la boccia era una especie de petanca adaptada. Me enamoró de inmediato y a partir de ahí comencé a dar los primeros pasos en este maravilloso deporte”, comenta.

Una modalidad que le brindó mucha autonomía, además de la posibilidad de viajar por el mundo, conocer gente y sentirse realizada. Comenzó a forjarse en las instalaciones del instituto Ipintza, en Bergara, bajo las órdenes de Juan Carlos Castro y junto a su compañero Agustín Toledo. La técnica también fue puliéndola en el pasillo de casa, donde aún entrena en sus ratos libres. Después se incorporó al Club Dordoka, del que sigue formando parte, y llegaron las primeras medallas a nivel regional y nacional. Aunque tuvo que esperar hasta 2017 para su estreno internacional. “No me lo esperaba, antes jugaba como BC2 y me clasificaron en BC1, eso fue un nuevo impulso para mí, comenzó un tiempo diferente entrenando y aprendiendo con Alma Cuesta”, destaca.

Los buenos resultados no tardaron en llegar. El año de su debut ganó un bronce por equipos en el World Open de Sevilla, y en 2019 se colgó dos platas en el Open Regional de Nymburk (República Checa), que la catapultaron al número tres del ranking mundial. La guipuzcoana, que se mostraba cada vez con mayor seguridad en su juego, constante y fiable, apuntaba a estar en los Juegos de Tokio, pero finalmente se quedó en casa. “Como estábamos en pandemia, ya tenían preparada para mí una burbuja en Bilbao -para estar 15 días aislada antes de viajar-, pero no supimos lo que pasó. Al parecer, la invitación que me daban se la quedó un brasileño, pero habría que preguntárselo al Comité Paralímpico Español. Lo pasé mal por no ir, mi impresión es que no supieron defenderme”, lamenta.

Las heridas cicatrizaron rápido, aquel varapalo le espoleó y regresó con más fuerza. En 2021 brilló con un bronce en el Europeo de Sevilla y con una plata en la Copa del Mundo de Povoa de Varzim (Portugal). Y en 2022 conquistó el oro en el Challenger World de Roma, que supuso la primera presea dorada para España en este deporte desde 2006, cuando José Vaquerizo ganó el Mundial de Río de Janeiro. Sin embargo, las sensaciones para ella eran agridulces, “estaba viviendo sin mejora alguna, algo que me llevó al octavo puesto del ranking hasta que me posibilitaron cambiar de entrenador”.

A mediados de 2023 empezó a trabajar con Ekaitz Txintrurreta, con el que tiene un ‘feeling’ especial, como demuestran los éxitos cosechados en el último año. Ganó el Campeonato de España, en Rotterdam (Holanda) el oro en el Europeo -desde 2011 con Chema Dueso no lo hacía ningún español- y también una plata en el World Challenger de Heraklion (Grecia). Este año, en el Challenger de Zagreb (Croacia) se colgó una plata. “Supuso un refrendo a mi entrenamiento y dedicación, que me fueron cuestionados”, expresa. Ese rendimiento y su sexta posición en el ranking le granjearon una invitación Bipartita para la cita en la capital francesa. Se lo confirmaron a través de un mensaje de WhatsApp de madrugada. Su madre, Isabel, no dudó en despertarla y la emoción se apoderó de la familia Arrieta.

Sobre la pista, Amagoia dibuja un rictus sereno en su rostro, impasible, no se altera. Su forma de lanzar la bola es típica de la mayoría de los deportistas de BC1, con el brazo flexionado hacia arriba. “Como no siento temor alguno ni me pongo nerviosa, me crezco en los partidos. Aunque, es cierto que antes jugábamos hasta los seis metros y me valía con tener precisión y una buena defensa, en los tres últimos años esto ha cambiado. Vamos conociendo los puntos fuertes y débiles de cada una, y como tengo problemas para lanzar en largo, las rivales tratan de colocarme las bolas por encima de los ocho metros. En respuesta a ello me he visto obligada a configurar diferentes juegos de bolas y a entrenar otras técnicas de lanzamiento que compensan mi falta de fuerza”, explica.

“Es una deportista trabajadora y con mucha disciplina, ama este deporte y eso se nota en el campo. Tiene muy buena precisión y hasta el último momento no baja los brazos. Somos optimistas y vamos a intentar hacer una buena competición en los Juegos y a soñar con una medalla”, agrega Ekaitz. En París vivirá su primera cita paralímpica, el evento que ha perseguido con ahínco desde sus inicios: “Desde que tiré mi primera bola soñé con acudir a unos Juegos. Le doy las gracias a todos los que me han ayudado, como mi maestro Miguel Angel López, mi psicóloga Pilar Carrera, la SD Éibar y la Fundación Kirolgi, que me patrocinan, BasqueTeam, que me tiene becada y, sobre todo, al Polideportivo de Deba, que me facilita el entrenamiento diario”.

En el pabellón Arena del Sur, a sus 50 años, la vasca peleará con las mejores del mundo -ha quedado encuadrada en el grupo B junto a la singapurense Yee Ting Jeralyn Tan y a la francesa Aurélie Aubert- y confía en dar la sorpresa para colarse en el podio. “Lo afronto con una gran ilusión, con ganas de representar a España. Y como soy ambiciosa y cabezota, voy a intentar ganar una medalla en París”, sentencia Amagoia Arrieta, un ejemplo de tenacidad y alegría por vivir labrada en Deba, donde cada tarde cogía las bolas que lanzaba para que recorrieran el camino de sus sueños, trayecto que se asfaltó para ella gracias a la boccia.

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